domingo, agosto 18, 2013

EL REZADOR Y SUS DOS NAGUALES.

Antonio Gómez Gómez (Chamula)
(Premiado con el primer lugar para la lengua tzotzil en el V Concurso "Historia de Nuestros Antepasados", en octubre de 1990)
Hace mucho tiempo, hubo un eclipse total de sol, por lo cual hasta las estrellas aparecieron; los ancianos dicen que esto sucedió a eso de las 11 o 12 del día, que los gallos cantaron y anidaron. Algunos indígenas lloraban entre sollozos y rezaban postrados en la tierra, mientras que otros decían: "Ya se murió nuestro señor Sol y todo por causa de los hechiceros".
Allá en los lugares escondidos de la montaña habitaba una pareja, aislada de los demás y que era de la gente más humilde. El hombre se dedicaba a la cacería, a la siembra de frijol, maíz y al pastoreo de borregos, su mujer era su única compañía y su consuelo, ella se dedicaba a las labores hogareñas y también tejía, hilaba y cardaba la lana de los borregos.
Cuando quisieron tener hijos no pudieron; y así pasaron muchos años. Le rogaban siempre a los dioses (en aquel tiempo sólo conocían a los dioses de la naturaleza) para que les concediera la dicha de tener un hijo en quien perpetuar su descendencia. Después de tantos ruegos a los dioses y sobre todo al principal que es Vaxakmen (Dios Providente) se les concedió esa dicha.
El embarazo de la mujer fue causa de inmensa alegría entre ellos. Cuando se cumplió el ciclo del embarazo empezaron los dolores, pero grande fue la decepción, pues justamente cuando parecía ser de noche a causa del eclipse nació el bebé; cuando unos lloraban y otros se lamentaban de sus malos actos, la parturienta no sabía si sufría dolor de parto o de pánico. El fenómeno sideral no duró mucho tiempo, pero cuando pasó, muchos ya habían fallecido de infarto.
Uno de los antiguos rezadores que vivió en Chamula y que hasta el último día de su vida conservó la lucidez, comentaba:

"El bebé que nació en ese momento, cuando se ) estaba muriendo el sol, fue muy poderoso porque le fue traspasada la inteligencia de todos los que mu- ! rieron en el eclipse, entre ellos brujos, curanderos, r sabios y así le fue dada toda la virtud del saber y de ~ los conocimientos anteriores, es decir, en él se reencarnaron los espíritus de los muertos, por lo que era un hombre que podía conocer más allá de lo normal. Durante el eclipse nacieron algunos brujos que sólo sabían hacer el mal pero también nacieron muchos curanderos, ya que se dice que cuando se enferma el sol nacen curanderos y brujos, y en el eclipse lunar nacen las mujeres curanderas y brujas".
Aquella familia cuyo nombre se ignora, sólo se sabe que fue del linaje de los Kaxtoli. cuyo significado también se desconoce, estaba muy feliz por tener en sus brazos aun bebé y fue tan grande su alegría que le pusieron por nombre Xapax que quiere decir "el hijo en la tristeza", Xap es desolación y ax es acción de tiempo.
Así fueron pasando los días, los meses y los años, el niño fue creciendo rápido. Al llegar a los diez años de edad les dijo a sus papás que su destino no era el vivir con ellos, que en sus sueños le decían que tenía que alejarse de sus padres por un tiempo para poder aprender otras cosas que le serían reveladas en algún lugar lejano y apartado. Todo esto lo comentaba dos o tres veces a la semana. A sus papás les parecía muy extraño el comportamiento de su hijo puesto que era muy diferente al de otros niños.
Y así fue creciendo y su aprendizaje era muy avanzado, sabía muchas cosas más que sus padres ignoraban a pesar de su edad. Tenía el don de la clarividencia, pues un día les dijo a sus papás:
-Mañana se enfermará mi tía, siento que su espíritu está muy débil.
¿Pero cómo puedes decir eso, acaso les deseas algún mal a tus únicos familiares? , dijo el papá.
-No, papá, alguien me lo dice, pero no puedo hacer nada aún puesto que no ha llegado el tiempo que se me ha dicho siempre en mis sueños, yo liberaré a los demás de su enfermedad ya que nací en el momento cuando más se necesitaba ayuda y así será, mañana visitaremos a mi tía porque ahí conoceré a alguien.
Al escuchar esto los papás, se preocuparon mucho: no podían tomar como una fantasía lo que decía el muchacho, ya que a través de su comportamiento había demostrado su madurez. Al otro día salieron muy de mañana hacia la casa de los familiares, se dice que caminaron como tres o cuatro horas para llegar a la casa. Cuando llegaron vieron que los hijos de su tía estaban reunidos alrededor de su madre, sin más comentarios ellos apresuraron sus pasos y al llegar junto a la puerta, el papá del muchacho saludó diciendo:
-¿Cómo están? ¿se encuentran todos bien? ii. Del interior de la casa surgió una voz débil que les dijo: -Aquí estoy, pasen adelante, que no puedo levantarme, tengo encogidos los pies, no sé qué es lo que me pasó todo fue de un momento a otro. y bien, ¿cómo supieron ustedes que estaba enferma, pues sólo así vienen a visitarme? ¿quién les avisó? Que yo recuerde no he enviado a nadie para comunicarles.
Al oir estas preguntas, los visitantes no supieron responder y por un momento se quedaron callados, luego dijo el hijo de ellos:
-Yo los traje porque quería conocer a mis primos, " por eso pedí a mi papá que viniéramos a visitarlos.
La enferma contestó:
-Está bien sobrinito, que bueno que hayas querido conocer a tus primos, pues si yo muriera ellos irían a vivir contigo.
El respondió:
-No tía, tú no morirás, siento que todavía tienes otros años de vida y un camino que recorrer todavía, así que buscaremos algunos curanderos para que te vean.
-No, no es necesario que se haga eso, dentro de poco me sentiré bien, dijo la enfenna.
-Y ¿quién es mi primo mayor? preguntó el niño. -Al ratito I1egará, fue a traer agua, contestó la tía. En eso I1egó el muchacho, y la mamá sin perder el tiempo le dijo:
-Oye hijo, saluda a tu tío ya tu tía, el muchacho es tu primo, nos vinieron a visitar .
El muchacho sin hacer ningún comentario se acercó a los visitantes, dobló una rodilla e inclinó la cabeza hacia sus tíos. Esta forma de saludar era generalizada hasta hace algunos años, en la actualidad sólo se práctica entre yernos y suegros y entre nietos y abuelos.
Ese día se quedaron hasta la tarde y no se presentó ninguna novedad con la enferma. Cuando I1egó la noche decidieron regresar a su casa, eran como las 9 o 10 de la noche. En el camino se encontraba una cueva donde tenían que pasar y, en ese lugar, el niño se rezagó un poco. De repente vio a un animal muy grande que lo miraba fijamente, el niño sin mostrar ningún temor siguió caminando, aquel felino lo siguió por un buen tramo. Pero luego el muchacho dio alcance a sus papás que, ya estaban preocupados esperando a su hijo, pero al verlo se olvidaron de la mortificación y prosiguieron su camino.
Al I1egar a su casa vieron un tecolote que estaba parado sobre lo más alto de la casa, justamente donde principia el primer amarre de los techos de paja, el animal dio dos o tres cantos y se alejó agitando sus alas; el papá del muchacho se preocupó ya que nunca antes había visto esto, pero el muchacho al que todo se le revelaba en sus sueños, consoló a su papá diciéndole:
-No te preocupes papá, mañana sabremos lo qué va a pasar, ahora que entremos quemaremos siete granos de maíz blanco, rojo, amarillo y negro, ya que éstos representan los días de la semana, así nuestro Dios Providente nos dirá por qué sucedió esto y si es para bien o para mal.
La preocupación del papá se basaba en las creencias de su pueblo, que suponen que los tecolotes son espíritus de los brujos. Hasta la fecha se considera que si el tecolote canta en el camino o en la casa, es aviso de que algún mal se aproxima, ya sea como accidente, enfermedad o muerte.
Al entrar ala casa hicieron lo que les dijo Xapax, rezaron a sus guardianes para que les eludiera de cualquier mal próximo, después se fueron a dormir .
Al amanecer se levantaron temprano como de costumbre y el muchacho dijo:
-Papá, no te preocupes por lo que pasó anoche y por lo que vimos; Nuestro Señor me ha hecho ver que ese animal será nuestro mensajero, pues también en el camino de regreso a casa conocí a mi guardián, es decir, mi nahual, mi animal protector.
El papá todo extrañado preguntó:
-¿Pero cómo sabes esto si aún no cumples los quince años, que es la edad en la que nosotros tenemos el deber de hacértelo saber, aunque no tenemos la facultad de conocer a nuestros nahuales.
-Sí lo sé papá, pero recuerda que yo nací cuando me necesitaban y que cuando unos morían yo nacía y el Señor los hizo vivir en mí, por el fenómeno del eclipse porque Dios así lo quiso.
-¿Entonces tú vas a ser como un dios? preguntó el papá.
-No, yo sólo seré una persona que les haga ver lo bueno y lo malo y para poder enseñar eso tengo que aprender. El Señor me dio la facultad de ver lo que va a ocurrir, ahora sólo estoy esperando e] tiempo y la señal que les he comentado antes para poder ir a donde seré llamado para aprender .
El papá preguntó:
-¿y cuá] será esa seña]?
-Un día cuando estemos tomando nuestro pozol al mediodía cantará una gallina como gallo, entonces habrá llegado el momento de partir .
El papá temeroso no dijo nada, ya que todo lo que decía su hijo se cumplía como una profecía.
Pasaron unos días y le preguntaron a su hijo:
-¿Oye no sabes cómo seguirá tu tía? El contestó:
-Ella estará así por un tiempo pero no se preocupen no se agravará. Su hijo mayor vendrá algún día y le diré por qué se enfermó su mamá y cómo se curará.
-Pero, ¿por qué no ]e dices ahora?
-Porque aún no ha llegado el momento, primero se tendrá que cumplir la voluntad de Nuestro Señor.
No se sabe cuánto tiempo transcurrió. Un día se encontraban los tres tomando su pozol como de costumbre, cuando se les acercó una gallina blanca hasta la puerta, alzó la cabeza., .sacudió las alas y luego cantó: "quiquiriqu". El papá sintió morirse y la mama quedo muda, la profecía del muchacho se cumplía. Para entonces ya tenía como quince años de edad y con la señal esperada se convertía en una persona muy importante para los demás.
El muchacho se paró y abrazó a su papá diciéndole:
-No tardaré mucho tiempo fuera de casa, cuando escuchen el canto del tecolote no teman pues será mi esencia que estará con ustedes; y por mí no deben preocuparse pues nada me ha de suceder, cuídense mucho y cada vislumbrar del alba recen de esta manera:
"Señor, cuida de nuestro hijo, cuida de tu siervo, cuida de mi vástago, que está cumpliendo tu voluntad, tu mandato, para que pueda ejercer sobre la tierra tu voluntad, Señor, ilumina su mente, su corazón para que se 11ene de bondad para los demás..."
Continuó diciendo el muchacho: -Sepan que todo lo que ustedes pidan será cumplido a su debido Tiempo, les pido que se alejen del egoísmo y de todo lo que practicaban los perversos, cada mañana encomiéndense a los dioses ya nuestros fieles guardianes, rueguen siempre a nuestro Dios para que borre de la tierra la maldad de la gente. Cada vez que se acuerden de mí no se pongan tristes, recuerden que yo volveré para lo que he sido enviado y así poder enseñar a los demás las cosas que no es había sido reveladas y así sabrán las buenas épocas de i siembra pues conoceremos esto a través de la posición de la Luna, del correr del viento, de las estre11as y del Sol mismo, para poder mejorar nuestros cultivos y esto nos servirá también con nuestros carneros, pues conociendo estos tiempos no sufrirán de hambre y nosotros tendremos más, con- forme la misericordia de Nuestro Señor.
Luego se dirigió a su mamá de la misma forma, la abrazó y le recomendó que estuviera al cuidado de su marido pues estas cosas eran bien vistas por Dios ya que cuando hay paz en el hogar siempre habrá abundancia y misericordia de su gracia, procurándole su ropa y ayudándole con el cuidado de los borregos.
Esa tarde se quedó a esperar la última revelación para saber dónde sería el lugar en el que recibiría las instrucciones para ejercer su misión. Los papás estaban muy tristes y un tanto desconsolados, esa noche cenaron juntos y después se dispusieron a dormir .
Al otro día muy de mañana se levantaron, la mamá le dijo a su hijo:
-Hijo: llévate estas tortillas, ya que tal vez tendrás que l caminar mucho, también te prepararé un poco de pozol y junto te coloqué una jícara y todo lo alisté en esta redecita para que lo puedas llevar.
-Te lo agradezco mamá, dijo el muchacho y luego emprendió el camino de salida.
~ El papá muy preocupado le preguntó:
-¿ Ya sabes adónde vas? ¿cuántos días vas a tardar? ¿cómo sabremos el lugar dónde encontrarte?
-No te preocupes -contestó-, el camino que yo he de , tomar ya ha sido marcado con las huellas de mi nahual, que es mi animal guardián y de noche me guiará el tecolote con su canto, que aún no sé con toda seguridad si es el espíritu de nuestros ancestros que me guían en el camino del bien para poder vencer a todos los malos curanderos, Tampoco sé cuantos días tardaré en regresar; nunca traten de buscarme puesto que yo estaré bien protegido, si alguien llegara a preguntar por mí diles que tuve que ir en busca de algún trabajo mejor.
Después de hacer estas aclaraciones salió de su casa y justo desde la puerta se veían las huellas del tigre, las siguió pues era su guía de día, mientras que en la noche era guiado por el canto del tecolote.
Se dice que caminó dos días con sus dos noches hasta que llegó aun lugar descampado, como ya no había huellas que seguir se quedó a descansar ese día, comió unas cuantas tortillas y el pozol no pudo tomarlo porque no había agua; ya casi estaba oscureciendo cuando de repente escuchó el canto de varios tecolotes, sintió un poco de miedo, pero luego escuchó el rugir del tigre y entonces se sintió más protegido, ya que sabía perfectamente que los tecolotes eran los espíritus de los brujos o hechiceros, que no querían que prosperara el bien. Entonces, el muchacho, con una voz firme gritó con toda su fuerza:
-¡Callados todos! ¡ustedes son espíritus malignos, sepan que ya les llegó la hora en que serán anuladas sus fuerzas, pues el Señor me ha enviado para tener poder sobre ustedes!
Mientras esto estaba diciendo, los tecolotes como si tuvieran entendimiento humano, gritaban con mayor fuerza y sus cantos eran como el gruñir de animales feroces, trataban de ahuyentar a aquel individuo que pronto sería el mejor de todos.
El tigre dio unos saltos y luego lanzó un gruñido que se escuchó por todo aquel valle, los tecolotes se enmudecieron y quedó aquel lugar en completo silencio. Entonces luego el muchacho alcanzó a ver una pequeña choza, que se veía ya semidestruída, en ella se notaba abandono, a unos metros de esa choza se hallaba una enorme cueva, que en la actualidad se conoce con el nombre de Jol Minax.
El muchacho llegó' a la choza y observó todas las cosas que se hallaban ahí; se encontraban algunas ollas rotas, otras llenas de tierra, también vio unas jícaras rotas. Se quedó viendo todo sin saber qué hacer, encontró un pequeño tronco de ocote todo apolillado, y se sentó ahí pensativo, sin darse cuenta se quedó dormido, tal vez por el cansancio, pero a la medianoche oyó un lamento que brotaba de adentro de la cueva, el muchacho despertó sobresaltado, al escuchar de nuevo ese lamento pensó que estaban asesinando a alguien. Pasó un rato y volvió a escuchar ese lamento y el joven sin temor se dirigió a la cueva, sólo que ya no se escuchaba nada más que el cantar de los grillos y de algunos pájaros nocturnos, allá adentro escuchó claramente el correr de un pequeño arroyo, y siguió caminando aunque a obscuras. No se sabe cuanto tiempo caminó para alcanzar ese arroyo, ya no oía el gemido y exclamó:
-¿ Quién anda ahí?
Pero no oyó ninguna respuesta, cuando ya había amanecido, estando aún en la cueva, sacó un poco de agua para batir su pozol y comió otras de las tortillas que le había dado su mamá antes de salir. Cuando estaba sentado escuchó que alguien se acercaba pues en ese lugar atravesaba un camino principal que usaban los comerciantes de otros pueblos.
Eran unos caminantes que al ver aquel solitario muchacho le preguntaron:
-¿ Qué haces tan solo aquí? Este lugar es muy peligroso, porque aquí mataron a un viejo curandero y su espíritu clama venganza porque nadie vino para enterrarlo.
El muchacho, interesado, les preguntó por qué lo habían asesinado. Le contestaron que mataron al viejo porque algunos brujos de la localidad lo odiaban por ser un buen curandero ya que por él no podían hacer tantas maldades.
El muchacho preguntó de nuevo: -¿y cómo se llamaba ese curandero? ," No sé sabe cómo se llamó. Sólo que era de la familia de los Kaxtoli .y como él ya no hubo curandero igual.
El chico quedó pensativo sin hacer ningún comentario sobre lo ocurrido la noche anterior y los caminantes preguntaron:
-¿Quién es tu papá? ¿de dónde vienes? ¿qué haces aquí? El dijo:
-Estoy esperando a mi papá que fue de cacería.
-Está bien, mientras descansamos un poco te acompaña- remos un momento y así esperas con nosotros a tu papá, porque en este lugar hay mucho peligro. De la cueva sale un animal muy grande que se come a la gente y también por aquí merodean los espíritus malignos y los de todos los que han muerto por ese lugar. En la cueva se hallan muchos huesos.
-¿Y usted cómo lo sabe? preguntó el muchacho. -Porque en ese lugar fue vendida el alma de mi padre, vinieron varios curanderos hasta aquí y se adentraron en la cueva pero ninguno pudo liberarlo.
-¿Y por qué fue vendida su alma?
-Por tener animales, maíz y frijol, a los brujos no les gustó y por eso lo envidiaban. Aquí también han muerto muchos brujos, algunos por no saber hacer bien su trabajo y otros por pedir riquezas.
Así continuaron comentando muchas cosas de ese lugar lleno de misterio. También le dijeron que de la casa salían muchos fantasmas que espantaban a toda la gente ya todos los que caminaban de noche y por eso buscaban otros caminos, pues ya ninguno se atrevía a pasar de noche por ese lugar ya la casa le llamaban na kuxkux que significa: la casa del tecolote.
Pasaron así algunas horas, los caminantes dijeron: -¿Qué le habrá pasado a tu papá que no regresa?
Nosotros tenemos que irnos. -Está bien, contestó el joven, creo que ya no tardará en regresar mi papá. Esto les dijo para que se fueran, pues sabía que su papá no estaba en ese lugar. y así los caminantes se fueron.
El muchacho se quedó pensativo tratando de encontrar alguna explicación a lo sucedido, pero en ese momento surgió el enorme tigre de la cueva y dejó escapar un rugido que se perdió en ecos; de repente comenzó a soplar un fuerte viento y el cielo empezó a oscurecerse, de la cueva salió una nube blanca que recorrió el campo; el joven se colocó más o menos al centro de éste, después de un buen rato se escucharon lamentos que surgían, algunos de la cueva y otros por el campo; él trató de encontrar algo en esa nube blanca pero no vio nada, entonces el felino se acercó hacia él y como si tuviera que decirle algo empezó a lamerle la mano como un dócil gato; no le temió pues ése era su guardián.
Así pasó un largo rato y escuchó el aullido de varios coyotes, los cuales eran las nahuales de los seres vivientes que le pedían protección pues él era elegido. No sabía qué hacer pues no escuchaba ninguna voz ni veía a nadie con quién entrevistarse, cuando ya estaba anocheciendo comenzaron a cantar los tecolotes y todo era una mezcla de lamentos y aullidos. Durante tres días no pudo ver el Sol ni nada, sólo veía la gran nube que salía de la cueva, ya no tenía nada que comer, pero tenía mucho ánimo por conocer lo que habría de acontecer yeso lo mantuvo, durante todos esos días, sin dormir; pero al tercer día se quedó dormido y a eso del mediodía escuchó un trueno que estremeció aquel lugar y el muchacho se despertó. Se escucharon más truenos y los lamentos y los aullidos cesaron.
En la entrada de la cueva apareció un anciano que se apoyaba en su bastón y que vestía ropa blanca, el muchacho lo reconoció pues era el hombre que siempre había soñado y que le decía lo que habría de pasar y por quien conoció a su nahual.
El anciano se le acercó y le dijo:
-Oye hijo mío, tú eres el elegido nacido de la tristeza para convertirte en alegría; el que salvará de los malos a los demás, el que enseñará la nueva forma de invocar y rezar a los dioses de la lluvia, cuevas, cerros y manantiales; al Dios que te dio la vida, Nuestro Señor Providente. Fui asesinado por los malos hombres y mi espíritu está clamando misericordia desde la cueva, pero tú sabrás quiénes fueron los que me asesinaron, ellos ya no viven pero sus espíritus están latentes haciendo el mal porque aún son invocados por otros brujos, pero después de que intervengas ya no podrán hacer más daño, pues los cegarás y no harán más daño. Alcanzarás a ver lo que todos quisieran y sabrás hacer el bien porque el Señor te guiará por la luz y alcanzarás el cuarto nivel del conocimiento humano.
Hijo mío, continuó diciendo, después de esto regresarás a tu casa y luego irás a la casa de tu tía, que tiene ya buen tiempo enferma y ahí comenzarás tu misión. Sólo tú podrás curarla ya que nadie pudo hacerlo.
En ti se recompensará todo lo que nuestra descendencia no pudo lograr jamás, porque el don que ahora tienes quizás ya no se vuelva a repetir, ya no se oscurecerá el sol en su totalidad y ahora nuestra descendencia es despreciada por- que a mi me acusaron de brujo, pero fue así: yo siempre hice el bien, los brujos mintieron y vinieron a matarme. Llegaron hasta aquí a mí humilde choza, este campo que ves ahora yo lo llenaba de siembras pues tenía la gracia de los dioses, ahora mi espíritu dejará de gritar por las noches y descansaré en paz con los míos, sólo te pido que recojas mis huesos. y entiérralos junto al arroyo que está dentro de la cueva.
Siguió hablándole el anciano:
-Estarás siempre acompañado por tus nahuales, cuando alguien pretenda hacerte daño escucharás el canto del tecolote y esto también sucederá con todos los demás, por eso les dirás que se encomienden a los dioses para eludir todo mal. El tecolote representa a los malos espíritus, pero a ti se te ha asignado uno que no es malo, será tu guía cuando tengas que caminar por la noche y siempre te respetarán todos porque tu nahual es poderoso.
Después de oir esto, el muchacho le preguntó:
-Señor, ¿cómo sabré curar a los enfermos, si yo no sé rezar ni tampoco conozco las hierbas medicinales?
-No te preocupes por eso, por las noches cuando duermas se te hará saber todo lo que debes aprender y lo enseñarás a los futuros curanderos para que curen como lo harás tú, hasta los brujos acudirán a ti porque no podrán liberarse del propio mal. Cuando vayas a la casa de tu tía el espíritu y el nahual de un brujo te visitarán y querrán apoderarse de ella; pero no temas que eso no sucederá. Cada mes, al principiar la luna, irás hasta la cumbre del cerro más alto y ahí invocarás por tu protección, por todo lo que te faltase por saber y porque tu mente nunca se aparte del bien pues si llegaras a hacer el mal condenarás tu alma. Por las mañanas darás gracias a Dios porque te protege y por haber descansado tu cuerpo; todo esto lo dirás a todos ellos para que hagan siempre el bien. Busca en medio de la choza, ahí se encuentra enterrado un tecomate, arráncalo, ése fue mío, también hay dos cuernos blancos de toro: llévatelos; y por último verás un cuerno de venado, que será tu secreto, no te separes de él ni aun cuando estés durmiendo. Lava el tecomate y llénalo con el agua que hay dentro de la cueva y con ella rociarás la cabeza de los enfermos, pero antes rociarás la casa donde vas a vivir y la de tus papás; los cuernos de toro te servirán para guardar el aguardiente que te darán en la casa de los enfermos como agradecimiento, no lo tomes y lo mismo harán los demás curanderos pues a todos les dirás tal como te lo digo ahora. Ya sabes todo lo que vas a hacer y lo que has de hacer, cuando hayas cumplido se te hará saber que tendrás que volver a este lugar para descansar para siempre.
Después de esto el anciano sin dar la espalda se perdió en la penumbra, de inmediato el muchacho comenzó a buscar dentro de la choza todo lo que le dijo, después entró en la cueva, enterró los huesos de aquel viejo, llenó de agua el tecomate que aún seguía intacto a pesar del tiempo que llevaba enterrado; salió de la cueva y emprendió el camino de regreso a su casa. Todo estaba ya despejado, las nubes se habían disipado y su guardián no se le separó más, ni el tecolote tampoco, lo tenía en su casa como si fuera una gallina.
A su regreso sus papás se llenaron de júbilo, lo recibieron con una gran comida, le mataron una gallina y ese día se quedó a descansar. Por eso en la actualidad los curanderos usan gallinas cuando van a rezarle a algún enfermo y hacen lo mismo cuando alguien fallece, porque así lo hicieron los papás de este buen curandero.
Al otro día se levantó temprano y les dijo a sus papás:
-Tengo que ir a ver a mi tía porque el tiempo de su mal ya se ha cumplido y será liberada ahora.
Los papás le preguntaron:
-¿Cómo sabes del mal que padece?
Él dijo:
-No es ningún mal, sólo es la prueba para que yo comience la obra que he de seguir y con esto sabrán los demás todo lo que aprendí porque el anciano me lo ha dicho todo y ahora seguiremos la voluntad del Señor. Preparen algunos regalos pues iremos a la casa de mi tía.
Los papás sin Comentar nada hicieron lo que Su hijo les dijo pues ya era un joven curandero enviado por Dios.
Cuando llegaron a la casa de su tía, salieron sus primos al encuentro y le dijeron que su mamá se había puesto muy mal desde hacía dos días.
Les dijo:
-No se preocupen, ya se pondrá bien, porque el tiempo de su mal se ha cumplido.
LoS primos sin entender le dijeron, ya llamamos a varios curanderos pero no pudieron hacer nada porque es mallo que le echaron.
Xapax dijo:
-No es ningún mal, lo que tiene es un síntoma, que hará saber ala gente que el día del bien ha llegado.
Cuando entró a la casa se dio cuenta de que su tía estaba muy mal y sin perder tiempo le dijo:
-Tía no te preocupes ya te pondrás bien, el Señor me ha enviado para alejar de ti esta enfermedad que no es ningún mal sino que es la señal para hacerte saber que la misericordia del Señor ha llegado a nuestra descendencia.
La tía contestó: -¿Pero tú eres muy joven para ser curandero? -Sí es cierto dijo el muchacho, pero recuerden que yo nací cuando se obscureció la tierra en pleno día y todos los que murieron en ese momento se reencarnaron en mí y ahora por mí se salvará mucha gente de sus enfermedades, porque invocaré a Dios por todos y me escuchará. Nacerán nuestros curanderos y ahora habrá una nueva forma de rezar cuando curen y ofrendarán una gallina a los dioses, así como lo haré hoy por usted; todo esto me lo dijo el viejo Kaxtoli " aquel que fue asesinado en su casa, su alma me lo
contó todo.
Al escuchar esto la tía se sorprendió, pues todo lo que decía ya había pasado hace mucho tiempo.
El muchacho siguió comentando:
-Ese abuelo fue asesinado por los brujos y por la gente
que lo confundió con un brujo, por las mentiras de otros, pero no era brujo sino el mejor curandero y ahora su espíritu vive en mí.
La tía depositó su fe en el joven curandero y le dijo:
-¿Qué necesitas para curarme?
Contestó:
-Necesitamos tres puntas de pino, tres flores blancas, tres puntas de sauco, un poco de ajo y una gallina blanca, esto lo harán desde ahora los futuros curanderos.
Esperaron hasta que llegara la noche y se oyó el rugir del tigre, pues como hemos dicho era el animal guardián, el nahual del joven rezador, a lo lejos también se escuchó el canto del tecolote.
El joven rezador se levantó y les dijo:
-Ya es hora de rezar, todos vamos a salir a medio patio para rezarle a Dios y él nos hará ver el milagro.
Salieron todos a medio patio, sembraron las tres puntas de pino, amarraron la flor y junto a ésta colocaron la gallina, también la enferma estaba ahí.
El muchacho se arrodilló y se postró en la tierra dando así principio a lo que vendría después.
Se dice que el rezo fue muy extraño, algo nunca escuchado, era medio cantado sin gritar y, por eso, los rezadores de la actualidad lo hacen medio cantadito.
Después de un buen rato de rezar sacó su tecomate y roció el cuerpo de la enferma y les pidió a los demás que se hincaran (no se sabe si usó velas, pues tal vez no se cono- cían). Al rezar de nuevo se acercó el espíritu del mal como ya le había dicho, queriéndose apoderar de la enferma, este espíritu se presentó en la forma de un tecolote, cuyo canto parecía al maullido de un gato rabioso, sus ojos eran de color rojizo y pasó encima de la enferma, en ese momento apareció otro tecolote, el nahual de Xapax y comenzó una pelea como la de los gallos, sopló viento frío y el espíritu maligno se rindió emprendiendo la huida; todos los que presenciaron esto se quedaron atónitos.
El joven con voz firme, sin ningún temor dijo:
-¡No se asusten, ya pasó todo, cuando se despierte mi tía ya estará bien!
Procedieron a llevar a la enferma, sin sentido, a la casa y pasaron la noche en vela.
Al amanecer la enferma despertó, se sentó, movió los pies, se paró, dio unos cuantos pasos, aunque pálida y enflaquecida pero con una cara sonriente y con un pro- fundo agradecimiento abrazó a su sobrino y elevó unas palabras de gratitud a Dios. El joven rezador les dio algunas indicaciones:
t -Traigan a la gallina y algo con que cortarle la cabeza.
Mientras sus primos traían a la gallina empezó a cavar un pequeño hoyo donde había colocado las puntas de pino, cuando se la cortó, la enterró, esto lo hizo para que el mal ya no volviera a molestarlos; después de esto volvieron a su casa no sin antes dejar los regalos que habían preparado, éstos consistían en tortillas, un poco de frijol y unos huevos.
Hasta ahora se acostumbra que cuando las amistades visitan algún enfermo, después del rezo siempre matan una gallina si la enferma es mujer, un pollo si es hombre. Así también se acostumbra cuando alguien nace.
Después de entregar los regalos regresaron a su casa. Al , llegar su papá le preguntó sobre lo qué había aprendido durante el tiempo que estuvo ausente. Él le contó todo tal y cómo lo había visto. En tanto su fama se difundía pues algunas amistades de la tía llegaban a verla y les decía cómo fue que sanó gracias al nuevo curandero que era muy poderoso. En tanto el muchacho enseñaba a su papá cómo rezar para obtener mejores cosechas, le mostraba por medio de la posición astrológica el tiempo de la lluvia y la época de siembra, se cuenta que en poco tiempo abundaron sus ovejas y sus cosechas.
Pero como sucede siempre hay quienes envidian a los que tienen ya los que saben, así que los brujos de la localidad y de otros pueblos llegaban en espíritu a molestarle, unos en forma de tecolote, otros de cabra, de puerco o culebras, pero no les temía pues nadie podía hacerle nada. Al ver que no podían hacerle daño fueron en persona a tratar de matarlo, llegaron de noche a la casa del joven curandero, pero grande fue la sorpresa que se llevaron cuando vieron el enorme tigre junto a la puerta que les acechaba y tuvieron que retroceder para buscar otra forma de atacarlo, pero el joven curandero ya había soñado que lo atacarían y le dijeron que rociara la casa con el aguardiente y el agua que sacó de la cueva, que regara polvo de tabaco en las esquinas y que amarraran unos manojos de ajos en las esquinas de la casa, así lo hizo y cuando volvieron los malos hombres encontraron que la casa estaba totalmente iluminada, se veía como si estuviera incendiada, al ver esto todos regresaron contentos creyendo que el joven curandero ya había muerto calcinado, al día siguiente volvieron para buscar sus restos pero se sorprendieron pues la casa estaba intacta, el curandero no tenía ninguna quemadura. Entonces no les quedó otra alternativa más que ir a visitarle y pedirle disculpas por todo lo que habían pensado hacerle y así evitar que les echara algún mal como castigo.
Cuando llegaron a la casa del curandero, éste los estaba esperando pues de nuevo en sueños le habían dicho que ese día llegarían a humillarse sus enemigos. Antes que pudieran decirle algo los visitantes les dijo:
-¡Pasen adelante!, Los estaba esperando, sé lo que vienen a decirme.
Al oírle los malvados se quedaron callados y se postra- , ron delante de él pidiéndole perdón.
Él les dijo:
-No tengan miedo que no les haré nada solamente les pido que dejen de hacer el mal y procuren hacer el bien.
Fueron muchas las cosas que realizó Xapax y jamás cobró los favores que le pedían, ayudaba con cariño a los pobres, y así pasaron muchos años; por vejez fal1eció EU papá y su mamá, no pudo hacer nada pues era la voluntad de Dios. Él se quedó solo, pero siguió con la labor que se le había asignado.
Por su facultad de ver las cosas fue nombrado consejero de los rezadores en su vejez y enseñaba todos los rezos que aprendió, tales como los de la construcción de una casa, la forma de invocar al dios de la l1uvia, al del amanecer para encomendarse a los protectores, etcétera. Así se difundieron t éstos y en la actualidad todavía se practican.
A partir de entonces, cuando canta una gallina significa que algún miembro de la familia ha de morir y el tecolote es el aviso más común de las enfermedades y problemas como es de saber, todo humano es débil, él también lo fue, le tocaron algunas enfermedades pero no fueron tan graves y él mismo se curaba, bebiendo el agua que sacaba de la cueva. Pero cuando cumplió los cien años, regresó al lugar donde fue en su juventud para recibir el don de curar, sólo que esta vez ya no fue para sacar agua sino para ir a descansar para siempre pues su misión había llegado a su fin.
Al llegar adentro de la cueva, se sentó junto al arroyo y se quedó dormido, al amanecer salió, alzó los ojos al cielo y de repente vino un ventarrón. Después se oyó el cantar de los tecolotes y el aullido de los coyotes sólo que esta vez era triste, pero después se alegraron. Los lamentos se oyeron como un gran coro, él se postró en la tierra y le dijo a Dios:
-Señor, tu siervo se ha cansado, su misión ha llegado a su fin, hazme descansar para siempre y que mi alma encuentre la tranquilidad al lado de los míos.
El canto de los tecolotes no cesaba, estos se habían colocado en los cuatro puntos cardinales, luego se escuchó un trueno y de repente apareció una persona vestida de blanco que se le acercó y le dio la mano y se fue con ella a través de la nube que volvió a salir de la cueva.
No se supo jamás de sus restos, se dice que hasta la fecha, el tecomate, los cuernos de toro y venado quedaron dentro de la cueva convertidos en piedra. Ahora esa cueva es sumamente importante para los rezadores de, los cuales muchos se adentran para invocar a Dios ya sus guardianes.
Esta última parte de cómo desapareció el viejo curandero la soñó otro anciano y con esto se completa la historia.
Se dice que antes de morir llegaron varios coyotes y otros animales que eran nahuales y los roció con el agua, su nahual regresó a la cueva y el tecolote murió, se dice que tiempo después se encontró el resto de aquel enorme tigre y desde ese tiempo no se volvieron a oir más lamentos en ese lugar .
Esta leyenda me la contaron mi papá, Manuel Gómez Huet, quien fue rezador y mi tía que en la actualidad es curandera en el pueblo y ha desempeñado cargos religiosos; la aportación de mi abuela de 101 años de edad, acerca de esta leyenda también fue muy importante.

Pérez López, Enrique (y otros)(comp.) (1994): Cuentos y relatos indígenas. Volumen 5, México: UNAM

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